Cómo recuperar tu poder interior

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Cómo recuperar tu poder interior

Nuestro poder interior es el motor de nuestra felicidad

Algunos pasos para recuperar tu poder interior

¿Quién más que uno mismo tiene poder sobre si?

¿Quién tiene el poder de meditar en nuestra psique?

¿Quizá alguien puede impedirnos escoger tener pensamientos de prosperidad, puede alguien impedirnos actuar desde el amor, puede alguien frenarnos en acrecentar nuestra dicha?

Absolutamente nadie puede obligarnos a tener ideas negativas, tristes, aciagas, dañinas… Puesto que absolutamente nadie se puede meter en nuestra cabeza, ni tampoco sentir por nuestro corazón.

A lo largo de siglos hemos buscado el poder fuera; en los progenitores, en los dioses, en los superiores, en los reyes, en los sabios, en magos, en la medicina, en la religión… Ahora comprendemos que el poder solo lo encontraremos dentro de nosotros mismos, en nuestro interior.

En todos de nosotros reluce un poder interior que se expande en función de nuestras experiencias y comportamientos. Él nos guía natural y cariñosamente cara la salud perfecta, la pareja perfecta, la profesión perfecta y nos ofrece la prosperidad en todo lo que queremos.

Nuestro poder interior es el motor de nuestra dicha

Querernos a nosotros mismos es reconocer esa guía, es medrar con esa luz y hacer que se expanda con libertad desde nuestro interior cara su fuente, exactamente el mismo cosmos.
El riesgo radica en el Olvido de quienes somos y qué hemos venido a hacer en este rincón de universo; que género de sentimientos hemos venido a probar, como humanos, a compartir y expandir en este planeta. El riesgo radica en olvidarse de que todo este viaje ha sido programado y deseado por nuestra esencia divina.

Abandonarnos es darle la espalda a esta realidad. Olvidarnos de ser felices es transformarnos en seres presos de la incapacidad (no soy capaz de esto, no voy a conseguir lo otro, no me merezco esto, esto no es para mí…), en victimas del resto (si mis progenitores se hubieran comportado de otra manera, si mis hermanos me hubieran entendido…), nos transformamos en ciegos ante nuestra responsabilidad. En inválidos en el momento de acrecentar nuestro poder interior.

Nos transformamos en el renegado ante nuestro único guía interior. Negar nuestras capacidades nos transforma en victimas. Entonces surgen: el desamor, la saña, el resquemor, la tristeza, el dolor, la enfermedad y todo sentimiento de incapacidad, de autocrítica…, como llamadas de atención para decirnos, ¡ojo, que no es por ahí! ¡Qué eso no te hace feliz!

¿Y de qué manera puedo quererme a mismo?
La única forma de querernos es admitirnos como somos, con nuestras extrañezas, defectos, fallos, siendo conscientes de que nuestra evolución está encaminada… Somos hijos del universo; y este no nos juzga ni nos critica. Solo desea lo mejor para nosotros.

¿Y , quizá deseas lo mejor para ti?
Si el cosmos no nos juzga ni nos critica, ¿Por qué razón lo hacemos ?

¿Quiénes somos nosotros para juzgarnos, castigarnos, privarnos si el Cosmos mismo no lo hace?

Ciertos pasos para recobrar tu poder interior

Aceptar nuestra responsabilidad: somos los únicos responsable de nuestra dicha. De nada vale limosnear a otros que nos hagan felices, ni tampoco inculpar a otros y responsabilizarlos de nuestra infelicidad. Por mucho daño que nos hayan podido hacer solo tenemos la llave de nuestros pensamientos y sentimientos. Solo somos responsables de disculpar. Esto es un acto propio del único corazón del que disponemos. Acá se halla la auténtica liberación del agredido y el auténtico poder interior.
Atreverse a expresar nuestros sentimientos: a lo largo de siglos hemos sido enseñados a que expresar emociones era cosa de enclenques o bien de maleducados. La expresión de la saña ha sido crudamente censurada, singularmente en la mujer. La tristeza y el lloro resultan inaguantables para la mayoría: cuantas veces vamos a haber visto a adultos animando a un pequeño que se ha hecho daño, a callarse y recortar su lloro, cuantas veces les podemos percibir diciendo: no es nada. Mas al pequeño le duele. Reconocer el dolor lleva a sosegarse o bien sosegar al otro. Negar el dolor es de manera automática acrecentarlo. Negar es un modo de instruir, y de esta manera se nos ha enseñado, que las emociones, los dolores, no importan, no son nada. Y de este modo aprendemos a tragar en lugar de sacar y adecentar.

¿Cuántas emociones vamos a haber tragado con los años…?

¿Cuántas emociones reprimidas llevamos con nosotros día a día?

¿Cuanto daño nos hacemos expandiendo de este modo el malestar por no encararlo y sacarlo?

Reprogramar nuestra mente: para recobrar nuestro poder interior con nuevos pensamientos de calidad y merecimiento alegra a nuestra más potente herramienta que es el corazón.
Devolverle su guía la hace renacer:
Me merezco lo mejor y ahora lo admito.
Soy una y exactamente la misma cosa con el Poder que me ha creado.
Me amo y me admito precisamente tal como soy.
La dicha corre por mi vida como la sangre por mis venas…
Efectuar aseveraciones día a día es una eficiente forma de reorientar nuestras convicciones sobre nosotros mismos, la Vida…

Ahora escojo advertir y también identificar los obstáculos que me apuntan mi equivocación, que me sugieren el nuevo camino que puedo tomar.

Me autorizo a salir de las situaciones que puedan frenar mi experiencia de la dicha. Estoy a salvo viendo medrar, día tras día, mi poder interior.