Los dos sacos

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Los dos sacos

Los dos sacos

Los 2 sacos

Hay una vieja historia de leyenda sobre 3 hombres, cada uno de ellos de los que, cargaba 2 sacos, sujetos a sus cuellos, uno al frente y el otro a sus espaldas.

Cuando al primero de ellos le preguntaron que había en sus sacos, el dijo: “Todo cuanto de bueno me han dado mis amigos se encuentra en el saco de atrás, ahí fuera de la vista, y al poco tiempo olvidado.” El saco de enfrente contiene todas y cada una de las cosas desapacibles que me han acaecido y, en mi caminar, me detengo con cierta frecuencia, saco esas cosas y las examino desde todos y cada uno de los ángulos posibles. Me concentro en ellas y las estudio. Y dirijo mis sentimientos y pensamientos hacia ellas.

En consecuencia, como el primer hombre siempre y en toda circunstancia se estaba deteniendo para meditar sobre las cosas poco afortunadas que le habían sucedido anteriormente, lo que conseguía avanzar era poquísimo.

Cuando al segundo hombre le preguntaron qué era lo que llevaba en sus 2 sacos, el respondió: “En el saco de enfrente están todas y cada una de las buenas acciones que he hecho. Las llevo delante de mí y de manera continua las saco y las exhibo a fin de que todo planeta las vea. Al paso que el saco que llevo atrás, contiene mis fallos. Los llevo consigo a adondequiera que voy. Es mucho lo que pesan y no me dejan avanzar con velocidad, mas por alguna razón, no puedo desprenderme de ellos.”

Al preguntarle al tercer hombre sobre sus sacos, contestó: “El saco que llevo al frente, está repleto de fantásticos pensamientos sobre la gente, los actos benevolentes que han efectuado y todo lo que de bueno he tenido en mi vida. Es un saco muy grande y está lleno, mas no pesa mucho. Su peso es como las candelas de un navío “lejos de ser una carga” me asisten a avanzar. Por su lado, el saco que llevo a mis espaldas está vacío, puesto que le he hecho un enorme agujero en el fondo. En ese saco, puse todo lo malo que escuché del resto como todo lo malo que en ocasiones pienso sobre mí. Esas cosas se fueron saliendo por el orificio y se perdieron por siempre, de forma que ya no hay peso que me haga más penoso el recorrido.”