Motivos para fumar ¿hay razones válidas?

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Motivos para fumar ¿hay razones válidas?

Los motivos para fumar han ido cambiando con el tiempo

Fumar y el anhelo por respirar

Al comenzar un artículo sobre las razones por las cuales se fuma no puedo abstraerme a la patentiza de que existen tantas como personas fumadoras. Tal y como asegura un viejo principio naturista “No existen las enfermedades, solo los enfermos”, o bien lo que es exactamente lo mismo, “La enfermedad no depende solo de las causas sino más bien del que las sufre”.

Esto delimita mucho la contestación de los motivos o bien razones del porqué fumar y me fuerza a centrarme en la causa-raíz de la que, indudablemente parten montones de diferentes conexiones, una por cada individuo.

La realidad es tan compleja, que hoy, y pese a la insistente prohibición no se ha conseguido ni muchísimo menos persuadir a la mayor parte a fin de que dejen de fumar. Preguntados sobre sus motivaciones o bien razones, todos charlan de su libertad.

Los motivos para fumar han ido mudando con el tiempo

Mas no siempre y en todo momento fumar estuvo mal visto. En tiempos lejanos era un acto minoritario, en ocasiones preciso y en otros casos esos motivos o bien razones estaban relacionadas con lo sagrado. Recordando solo unos pocos ejemplos podemos charlar de los indios del lejano oeste y su conocida pipa de la paz, o bien de los chamanes americanos fumadores de plantas psicotrópicas que les daban viajes al planeta de los espíritus y asimismo, ciertas etnias primitivas donde solo las mujeres que llevaban el peso del hogar fumaban o bien masticaban hoja de tabaco como antídoto fortalecedor.

Después, en el correr de los años fumar se transformó en un entretenimiento banal y perdió la categoría que ostentaba. De ahí al consumo actual solo pasaron ciertos siglos y en la actualidad es una realidad para millones de adeptos que sin distinción de edad, sexo, salud o bien condición, y naturalmente, de tribu, se encaran cotidianamente a un pequeño dictador/libertario llamado cigarro.

En descargo de los fumadores afirmaré que la publicidad fue por bastante tiempo engañosamente generosa; propagando la idea de que con un cigarro entre los dedos, eran más varoniles, más rebeldes, más valientes y se comunicaban mejor al tiempo que , eran mucho más modernas. Todo eran motivos y razones para fumar.

Fumar y el deseo por respirar

No está de sobra rememorar en este punto que el hábito de fumar está íntimamente relacionado con los pulmones y la mecánica de aspirar y espirar, que nos fuerza a compartir con el resto el aire que respiramos, en un acto del que no podemos huir salvo que decidamos fallecer.

La respiración es en consecuencia el primer deseo del ser vivo, la primera comunicación obligada, el primer intercambio con el planeta exterior, el primera licencia o bien libertad que se toma el recién nacido tras la agonía del canal de parto, respirar.

Cabe indicar que estos aspectos son al unísono completamente polares, aspirar y espirar, acoger y expulsar, tomar y dar, realmente compartir con el resto algo que llevamos dentro. “Contacto, comunicación y libertad “, hete aquí lo que vendían los publicistas.

La respiración impide que el humano se cierre totalmente, que se aísle, que haga inescrutable las fronteras de su “y”, bien a la inversa, le deja salir y buscar, le da la ocasión de probar la vida que el va creando a cada paso.

En el juego del tabaco se dan cita la salida y el encuentro de los que no se atreven ha hacerlo solos, de los que no se ven capaces de buscar y hallar (buscarse / encontrarse) y entonces se sujetan “a un clavo ardiendo”.

Fumar esta relacionado con la busca del propio “centro”…

…Y la responsabilidad que supone localizarlo. De esta manera, respirar se carga literalmente nuestras fronteras y nos recuerda que, o bien nos expusimos o bien nos aislamos. El fumador que tras ciertos pitillos queda envuelto en su humo y ahoga su respiración, representa su aislamiento.

El cigarro es el sucedáneo de su autentica libertad y su autentica comunicación. Fuma con la pretensión de encontrarse a sí mismo, seguro y centrado, hasta el momento en que el humo del tabaco no le deja ver los auténticos objetivos de su viaje interior. No existen puesto que razones ni motivaciones verdaderamente válidas para fumar.