¿Qué ocurre si no pasamos por la fase del duelo?

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¿Qué ocurre si no pasamos por la fase del duelo?

¿Qué es el duelo?

Etapas del duelo

¿Qué es el duelo?

El duelo es el proceso Sicológico por el que pasamos las personas cuando ha habido una pérdida. Es un proceso preciso para la asimilación del cambio, la aceptación de la pérdida y para regresar a localizar el equilibrio sensible perdido tras el dolor, la tristeza y otros sentimientos que pueden brotar debido a la pérdida.

Etapas del duelo

Las etapas del duelo, conforme diferentes autores, pueden cambiar, tanto en la manera de definirlos, como en la duración de exactamente los mismos. No obstante, todos coinciden en que son diferentes los sentimientos y emociones por los que una persona atraviesa, desde la pérdida.

Podríamos resumir las etapas del duelo

Negación, shock, ira

En esta primera etapa, nuestra mente procura resguardarse del dolor.

Para esto, en un estado emotivamente “incontrolado”, brota el enfado, los sentimientos de culpabilidad cara el fallecido, cara uno mismo, cara los médicos…

En un intento de eludir el dolor, nuestra psique busca “justificación o bien culpable” contra quien proyectar su dolor.

Negociación, toma de conciencia

Es una etapa en la que tomamos conciencia de lo que ha ocurrido, todavía de esta forma, aún procuramos otras alternativas que podían haber ocurrido, y no habernos visto avocados en tanto sufrimiento, ni en la pérdida.

Tristeza, depresión, aislamiento.

Es una etapa precisa, para la asimilación de lo sucedido.

Nos invade el “vacío”, y por ende la tristeza.

La persona que padece el duelo, se distanciará de su actividad rutinaria, del estruendos, de otras personas…en busca de localizar calmo en su soledad y en la expresión de la tristeza.

Cuando esta etapa se extiende, la tristeza no resuelta y no superada, pude desembocar en trastorno del estado anímico, entre otros muchos.

Aceptación.

Llega esta etapa, habiendo pasado por las fases del duelo precedentes, admitimos la realidad de la pérdida, el vacio, y el cambio que esto supone en nuestra vida.

Para esta etapa, nos acogemos a nuestras opiniones sobre la vida y la muerte, la fe, y a nuestros valores espirituales y existenciales.
Comenzamos a salir nuevamente, a vivir con determinada normalidad nuestras rutinas, a mirar por uno mismo.

Amoldamos y cambiamos el ambiente o bien las rutinas, con relación al ser querido que se fue, llenando ese vacío con otras actividades, nuevas rutinas y objetos personales.

Proseguiremos echándole de menos, las emociones continúan a flor de piel, no obstante, vamos aprendiendo a vivir sin esa persona.

¿Qué sucede si nos brincamos el duelo?

A veces, no nos dejamos vivir el duelo, en ocasiones por el hecho de que deseamos eludir el dolor, otras por el hecho de que las circunstancias laborales o bien familiares no nos lo dejan.

No obstante, el dolor y las emociones frente al fallecimiento de un ser querido, no podemos evitarlas, si bien nos parezca que lo hacemos.

Realmente, lo único que hacemos es no expresarlo, y escondernos a nosotros mismos lo que sentimos. Es una suerte de “autoengaño”, y una sensación equivocada de control de la situación, puesto que es imposible huir de nuestras emociones.

Y tarde que temprano, las emociones reprimidas, bloqueadas y escondidas brotan, en tanto que las emociones que no se expresan, continúan “dentro de nosotros/as”, haciéndonos un daño del que no somos conscientes hasta el momento en que ocurre la catarsis sensible.

Es entonces, cuando transformadas en algún dolor físico, trastorno o bien inconveniente sicosomático o bien sicológico, aparecen. Y posiblemente no sepamos de su relación con el duelo “oculto”, puesto que posiblemente haya pasado tiempo, y la situación parecía “controlada”.

No obstante, las emociones no saben de control, y deben brotar, bien expresándose a su debido tiempo en el proceso de duelo, bien “explotando sin anterior aviso” mediante nuestro cuerpo o bien nuestra mente, produciendo inconvenientes relacionados con ellas.

¿Es igual en todas y cada una de las etnias?

En todos y cada cultura hay unos rituales concretos para vivir el duelo, que han ido evolucionando, en función de las diferentes formas de comprender la vida y la muerte de las personas. Y de esta manera asimismo, las religiones contemplan el duelo y su forma concreta de vivirlo.

No obstante, con o bien sin rituales, desde los orígenes del humano, el dolor y la tristeza frente a la pérdida, suponen un cambio físico, material, sicológico, sensible y existencial, que debemos saber administrar, puesto que no pasa inadvertido por nuestras vidas.