¿Es despistado nuestro hijo?

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¿Es despistado nuestro hijo?

¿Es despistado nuestro hijo? Diferentes situaciones

Hay mil y una situaciones que pueden darse

¿Es despistado nuestro hijo? Diferentes situaciones

Utilizo las palabras “estar despistado”, si bien ahora se emplean otros títulos, que en ocasiones llegan a ser un diagnóstico, que suponen una etiqueta con excesivo peso habitualmente.

Existen muchos pequeños y pequeñas de los que sus maestros, cuidadores o bien gente de la familia por lo general, afirman con frecuencia que están en las nubes, en la Luna, que no responden cuando les charlas, etcétera Son pequeños a lo mejor con mucha imaginación, que semejan haber recreado un planeta a su medida, que se entretienen jugando solos con cualquier cosa.

En el instituto acostumbran a llamarle la atención los profesores, por el hecho de que no atienden o bien semejan no atender, no paran quietos o bien quedan atontados al paso de una mosca (en ocasiones sorprenden pues saben responder apropiadamente, señalando que estaban al tanto de la activa de la clase). En casa hay olvidos usuales, recados sin efectuar, objetos que se pierden…

Hay mil y una situaciones que pueden darse

Vamos a distinguir estas cuatro:

El pequeño o bien pequeña juega, se relaciona bien con sus adultos y sus iguales, tiene amigos, se lo ve por lo general a gusto. Los progenitores o bien adultos educadores son en demasía exigentes y con altas esperanzas sobre los pequeños. Ven distraigas en situaciones “normales” en donde solo hay incapacidad evolutiva (no tienen edad para atender de la manera en que les solicitamos).
Hay reactividad por la parte del menor frente a unas demandas continuas y extremas. Se ha estado tan encima de ellos (haz esto, lo otro, no se te ocurra tal cosa, ven a tal hora, que te marchas a caer…), que al final recibimos el efecto contrario: no atienden por sobresaturación de información y como mecanismo de defensa se cierran. Mas sí están al tanto de lo que les resulta de interés, sí pueden acercarse a lo que les apetece, y aprender, y concentrarse en ciertas situaciones. Asimismo tienen a instantes buena relación con sus adultos y buena capacidad para comunicarse con sus amigos, están presentes.
Hay una gran incapacidad en el pequeño para estar relajado, lo vemos moverse de forma continua de un lado a otro, le cuesta estar quieto, atendiéndonos. Empieza actividades que no acaba, cambia de manera rápida de labores y también intereses.
Hay un aislamiento esencial en el pequeño o bien pequeña, no se aviene con lo que le circunda, se ha creado su planeta, en el que semeja feliz, y no muestra interés por su realidad, ni las personas, ni los ritmos sociales semejan interesarle.

¿En qué momento estamos ante un auténtico inconveniente?

El inconveniente esencial está en las últimos 2 casos señalados, sobre todo en el último, en el que afirmamos que se ha perdido en parte o bien completamente el contacto con la realidad. Observemos bien si tenemos dudas, maestros o bien progenitores, por el hecho de que es vital que nos ubiquemos y sepamos ver con claridad si verdaderamente estamos frente a una situación que requiere intervención.

No es esencial que un pequeño en ocasiones pueda estar despistado y no atienda a su ambiente, mas sí lo es si se distancia del planeta, se aísla, lo vemos muy desconectado de su cada día y con inconvenientes para autocontrolarse y relacionarse.

En todo caso, ¿qué podemos hacer?

Observemos bien el instante evolutivo de nuestro hijo o bien pupilo. Veamos qué se le puede solicitar y qué supone un exceso de demanda. Cada etapa es diferente. Los 3 o bien 4 primeros años son muy egocéntricos por naturaleza, con lo que no podemos demandarles demasiada atención. Poquito a poco van a irse abriendo a su ambiente y, si les enseñamos el planeta de forma paulatina y a su nivel, estarán encantados de escucharnos y registrar la información.
Observémonos a nosotros mismos, nuestras activas en casa, la manera de marchar en el instituto, lo que les solicitamos a los pequeños y nuestra forma de estar con ellos. No seamos agobiantes en nuestras demandas. Debemos aproximarnos al ritmo propio del pequeño, que nos sienta a su lado como ayuda, acompañándolo, guiándolo desde el cariño. Disfrutaremos juntos.
No vacilemos en pedir ayuda profesional en las situaciones alarmantes ya antes señaladas. En ocasiones puede ser una tendencia al TDA y con un aporte de ácidos grasos DHA pueden prosperar mucho. Cada caso es diferente. El especialista afirmará si precisa algún nutriente o bien no, como la dosis y la frecuencia conveniente.

Un consejo

Dejo señalada la relevancia de la prevención desde los primeros meses y en el primer año de vida para ofrecer desde casa un tiempo de crianza armónico y respetuoso. Favoreceremos de este modo la capacidad de concentración en nuestros hijos, y su interés por las relaciones y lo que les circunda.