¿Podemos curar una herida infectada de forma natural?

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¿Podemos curar una herida infectada de forma natural?

Síntomas que pueden hacernos pensar que la herida está infectada

Tratamiento convencional

Todos hemos tenido y vamos a tener algún género de herida (mordedura, raspón, corte, operación, quemadura…) múltiples veces a lo largo de nuestra vida. Esto consiste sencillamente en la rotura de la capa externa de nuestra piel, pudiendo afectar asimismo a capas más internas.

La complicación más usual de una herida es la infección ya más o menos entre el treinta y cinco y el sesenta y tres por ciento de las heridas tratadas en emergencias, ocasionan con una infección.

No sanar una herida inficionada puede llevarnos a una multitud de posibles complicaciones:

Celulitis (infección de las capas más profundas de la piel).
Sepsis (infección de la sangre).
Osteomielitis (infección ósea).
Noma.

Síntomas que pueden hacernos meditar que la herida está inficionada

Dolor pulsátil.
Incremento de dolor.
Fiebre.
Enrojecimiento.
Secreciones (pus).
Inflamación y/o eritema (rubicundez) en los bordes de la zona inficionada.
Fragancia desapacible.
Retraso en la cicatrización.
Complejidad para desplazar el área de la herida.
La herida no mejora a pesar del tratamiento.

Tratamiento usual

El modo perfecto más frecuente de sanar una herida inficionada es:

Limpieza.
Desbridamiento (si procede).
Asépticos.
Antibióticos.
Vacuna antitetánica.
Tratamiento quirúrgico (si procede).

Consejos y recomendaciones

Para sanar una herida inficionada las heridas deben limpiarse con agua y jabón y con las manos a la perfección limpias y/o con guantes.
No utilizar alcohol, mejor agua de mar o bien agua oxigenada e inclusive agua del grifo.
No emplear algodón, puesto que este puede dejar restos en la herida.
Quitar restos de objetos (piedras, hilos…) mas sin frotar.
Secar delicadamente la zona, sin frotar.

¿Podemos sanar una herida inficionada de forma natural?

SI, ahora especificamos que podemos utilizar y como.

Echinacea: unas gotas, al lado de crema de aloe (pura), previene y evita la infección.
Miel: utilizada desde la antigüedad (hace más de cinco mil años) como antibacteriana y antifúngica, además de esto reduce el dolor. Ponga miel sobre la herida y cúbrala con una gasa. La mejor la de Manuka, si no es esta asegúrese de que sea una buena miel.
Propoleo: Punto Vital publicó una investigación en la gaceta de Ciencias Médica La Habana (dos mil tres) probando las propiedades calmantes, antiinflamatorias y cicatrizantes del producto. En crema o bien puro mezclado con aloe y si se quiere con echinacea. Es, indudablemente, de los mejores antídotos naturales para sanar una herida inficionada.
Si bien no parezca esencial en este tema, la nutrición y también hidratación son super esenciales, para tener la piel hidratada, sana y lisa y además de esto tener el organismo listo para poder pelear contra cualquier infección.
Entre los aceites esenciales ideales para sanar una herida inficionada o bien para eludir que se infecte nos hallamos con el Árbol del té (desinficiona y potencia el sistema inmunológico), el aceite esencial de geranio (aséptico y calma), aceite esencial de lavanda (ayuda a relajar y aliviar el dolor).

Suplementación

Vit. C y E: ricas en propiedades cicatrizantes.
Selenio: previene la capacitación de queloides.
Vit. A: previene la infección.
Propoleo y equinacea: fortalecen el sistema inmunitario.
Harpagofito y/o sauce: si hay dolor.
En homeopatía, para sanar una herida inficionada, estaría recomendado el Hypericum si las heridas son dolorosas. Si la sensación es de punzadas y los miembros están fríos mejor Ledum y si están provocadas por algún objeto tajante Sraphysagria.

¿Sabías qué?

El intento de sanar las heridas es instintivo, apareció ya antes que la medicina. Solo debemos observar a los animales como lamen sus heridas, descansan el miembro afectado…

El hombre primitivo efectuaba empastes (miel, barro, hierbas…) y utilizaba chamanes para distanciar a los espíritus desalmados y también infecciosos.
En el viejo Egipto utilizaban la cauterización, vendajes, cataplasmas de miel…para prevenir la infección de las heridas.
En tiempos de Homero para sanar una herida inficionada se empleaba el vino y otras yerbas, aplicados de forma local y tomados para calmar y olvidar el dolor.
Hipócrates en ciertos de sus textos cita elementos como: vinagre, sal, flor de meliloto, grasa, cera, vino y sulfato de cobre (prosiguen siendo válidos actualmente).
En el siglo XIX y principio del XX se empleaba el propoleo y la miel juntos para tratar heridas de guerra.
En la guerra civil de Estados Unidos los soldados empleaban azúcar refinado para sanar las heridas.
En la 1ª guerra mundial los soldados ingleses empleaban ajo en sus vendas para prevenir la infección de las heridas.
Ya antes de la aparición de los antibióticos en muchas ocasiones se utilizaban larvas para quitar la carne necrosada.

La aparición de los antibióticos supuso un descenso de la mortandad y el prácticamente olvido de los otros métodos. Con el empleo y abuso de estos y la aparición de resistencias a ellos deberemos regresar la mirada cara atrás y recobrar la esencia que olvidábamos.

RECUERDE: La mejor manera de sanar una herida inficionada es prevenirla.