Stramonium, «miedo al miedo»

Articulo de Medicina natural sobre Stramonium, «miedo al miedo».

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Stramonium,

¿De dónde proviene?

¿Cómo es Stramonium?

¿De dónde procede?

Stramonium, fármaco homeopático derivado de la Datura Stramonium, es una planta solanácea muy tóxica. Propia de México, asimismo se halla en otros sitios de Sudamérica y en la India. Utilizada en Europa como planta de ornamentación en jardines.

En su hábitat natural medra en bosques de encinos, pinos y otras coníferas, en alturas de dos mil metros y más. Contiene niveles elevados de ázoe.

¿De qué manera es Stramonium?

La persona que precisa Stramonium está fuera de control. La destrucción y los temores, los dos o bien uno de los 2, son su eje. Uno de los detonantes es la falta de seguridad, que somatiza con temblor. En casos severos tiene comportamiento violento de estimar morder, pegar, romper, blasfemar… a el resto o bien instinto de autodestrucción.

Stramonium trabaja el inconsciente, de manera directa el hipotálamo. A una parte de su tensión enmascarada y el cuadro que puede ser convulsivo tiene tropismo en el sistema inquieto periférico.

Lo que mueve a Stramonium es una irrupción incontrolada del inconsciente. Es una persona con un comportamiento normal a nivel conductual. Algo ocurre como interruptor que desencadena el cuadro de forma explosiva repentina.

Puede parecer un género de insensatez por la forma como se desencadena. Stramonium amedrenta por su agudización. La violencia no siempre y en todo momento es aparente, muy frecuentemente, la persona la contiene pues sabe que es imposible a su ambiente, se convierte en víctima potencial con cuadros de tics, conmociones, espasmos violentos cuando se relaja.

El shock, un susto agudo, una contención de agobio, un golpe en la cabeza, fiebre alta… puede provocar el cuadro de Stramonium. La persona puede llegar a enseñar movimientos incontrolados de mucha tensión. El inconsciente tiene puerta de entrada y se manifiesta con toda la virguería acompañado de un temor espantoso a la obscuridad, a que ocurra cualquier cosa.

Stramonium teme los camposantos, teme a todo, es temor al temor. Temor a la obscuridad, a lo que pueda pasar aun remotamente. Temor a lo extenso y a lo pequeño, lugares cerrados o bien demasiado abiertos. Temor a los perros, a cualquier animal que pueda suponer una amenaza para él.

Empeora cuando ve objetos refulgentes, espéculos, metales que le sugieren a nivel inconsciente su temor al agua.

El desespero que puede sentir Stramonium lo lleva a estimar descargar tanta tensión y lo hace con impulsos muy destructores. Es uno de los fármacos más violentos de la materia médica.

Stramonium y el planeta profesional

Es muy audaz abarcar el fármaco en profesiones determinadas, mas grosso modo, podemos decir que lo hallamos en ginecólogos, maestros de guardería, gran vínculo con el comienzo de la vida en las facetas que sea, tal y como si esto le llevase a descubrir algún secreto de la vida que con otra profesión se perdería.

¿De qué forma se consuela?

Stramonium mejora recostado, con el calor, mas tampoco de forma excesiva. Siempre y en todo momento acompañado, con la luz encendida, tampoco demasiado refulgente.
Empeora con el sol, con cefaleas intensos.

Como es físicamente Stramonium

Cansancio en los ojos por excesivo estudio. Estrabismo ocasionado por lesión cerebral.
Frío intenso, falta de calor vital en multitud de ocasiones.
Gran fármaco de fiebre intermitente o bien elevada con ausencia de dolor pese a la violencia de sus síntomas.
Abscesos crónicos, furúnculos, abscesos.

Para acabar

Con su punto de malicia Stramonium vive en un enorme averno, con manías crónicas y sostenidas en el tiempo.

Stramonium es el más violento, tras Belladonna y Hyosciamus. En cuadros severos, es altivo, con gran resquemor, al unísono sarcástico y elocuente, absorbente con su ambiente.

Siempre y en toda circunstancia se produce por un detonante. ¡No ha nacido de este modo! Es un trastorno que ha dejado un lastre a causa de un golpe que le produce ansiedad, enfado o bien por anticipación sostenida en el tiempo… por mortificación por fin de cuentas.