Alimentación y placer, ¿son compatibles?

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Alimentación y placer, ¿son compatibles?

La hiperestimulación que recibimos

Placer y comer sano es compatible

La hiperestimulación que recibimos

El enorme fallo de nuestra cultura está en la precisa asociación entre placer y el exceso en cuestiones relacionadas a los sentidos.

Cuanta más estimulación de sensaciones reciben nuestros 5 sentidos, cada vez más novedad y acumulación de estímulos se precisa para generar placer.

Y esto marcha tanto para los placeres visuales como auditivos o bien del gusto. Pensar que, en cuestiones de salud, nutrición y placer van reñidos, es un enorme fallo que puede llevarnos a esenciales perturbaciones en muchos campos de la salud.

Placer y comer sano es compatible

El placer y nutrición no necesariamente están relacionados con grandes comilonas y rebuscadas preparaciones.Tampoco una dieta saludable se define por estrictas prohibiciones y hastiadas ingestas.

De esta manera lo han entendido quienes, en situaciones críticas de salud, se han visto obligados súbitamente a aprender de nuevo a degustar y a hallarle el gusto a otros comestibles.

Los criterios sobre lo que es sabroso cambian en las diferentes etnias y zonas del planeta, lo que prueba que se trata de una cuestión de hábito.

Alterar esos hábitos en nuestra nutrición, aprendiendo a escoger lo que es sano y al unísono agradable, puede prevenir muchas nosologías como el colesterol, la ateroesclerosis, las enfermedades cardiovasculares, la hipertensión, etcétera

En la pluralidad está el secreto

Comer sanamente no quiere decir que debamos privarnos de todo cuanto nos gusta: lo mejor es comer variado y saber qué comer, en qué momento, exactamente en qué cantidades y de qué forma presentarlo. Para esto, es preciso tener información básica sobre las necesidades del organismo, y las combinaciones que acepta una nutrición equilibrada.

Asimismo es preciso contar con el tiempo suficiente para organizar, cocinar y degustar el alimento. El organismo humano está desarrollado para lograr su función perfecta con un régimen bajo en grasas, regular en proteínas, bajísimo en azúcar y alto en fibra y otros hidratos de carbono.

La proporción y combinación de los comestibles es clave

La dieta actual de las sociedades occidentales, sobre todo las urbanas, se compone de doble cantidad de grasas, una proporción considerablemente más alta de ácidos grasos sobresaturados en frente de los insaturados, una tercera parte de la ingesta diaria de fibra recomendada, considerablemente más azúcar y sodio, menos hidratos de carbono complejos y escasos micronutrientes.

Para recomponer este desbalance debemos aprender a seleccionar los comestibles y conjuntarlos en proporciones más sanas:

Cereales integrales de seis a once porciones que aportan energías y vitaminas.
Hortalizas de tres a cinco porciones.
Frutas de dos a cuatro porciones.
Proteínas animales y vegetales de dos a tres porciones, incrementando el consumo de pescado con relación a las otras carnes.
Lácteos de dos a tres porciones.
Grasas, aceites, harinas y azúcares: una mínima proporción.

Cada caso ha de ser tratado de forma individual

Esta es solo una guía que puede servir de modelo, mas los dietistas advierten que cada organismo es diferente, debiéndose atender a las señales de saciedad que emite el propio cuerpo. Los peligros de una mala nutrición pueden incluir excesos y defectos, y sus efectos van desde la desnutrición a la obesidad, pasando por la bulimia y la anorexia.

La desnutrición se manifiesta esencialmente a consecuencia de grandes inconvenientes estructurales de la sociedad, como la pobreza, marginalidad, desocupación, falta de educación, etcétera La obesidad, en cambio, es una enfermedad que está muy ligada a inconvenientes en los hábitos de consumo.

¿Cuáles son los hábitos que más nos dañan?

Entre los hábitos que conducen a la obesidad se resalta el consumo de grandes cantidades de la llamada “comida chatarra”: muchas grasas y azúcares, hamburguesas, tocino con huevos, helados, gaseosas, papas fritas, etcétera

Aunque la obesidad se da con mucha frecuencia en los países desarrollados, entidades como la OPS advierten del desarrollo en sociedades más carenciadas, a consecuencia de una dieta desbalanceada.

En esas circunstancias, las personas engordan por el consumo excesivo de harinas: pan, fideos, arroz, frijoles, conforme la zona. Otras perturbaciones como la bulimia y la anorexia se deben más bien a los ordenes sociales sobre el ideal de belleza, sobre todo en la adolescencia y la juventud.

La prevención es la mejor solución

Todas y cada una estas cuestiones han de ser aprendidas desde pequeñísimo en el campo familiar y escolar. Resulta prioritario dar un sitio de relevancia al instante de el alimento, en el que aparte de una necesidad biológica se satisfagan la necesidad de encuentro con los cariños, de diálogo, de comunicación.

Cuando las condiciones de vida no dejen hacer un alto múltiples veces al día para sentarse sobre torno a una mesa y compartir el ritual de el alimento compartida, es preferible escoger cuando menos uno para respetarlo y repetirlo a diario.

Convertir al comer en un instante de alegría, inventiva y placer no es bastante difícil. Solo es precisa una férrea convicción, algo de buena información y el deseo de prosperar nuestra calidad de vida.