El lenguaje de los perros

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El lenguaje de los perros

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El lenguaje corporal

Los ladridos

El lenguaje anatómico

Los perros, de exactamente la misma forma que todos y cada uno de los animales, incluyendo mismos, despliegan una extensa gama de señales anatómicos que reflejan su estado anímico. El inconveniente es que los humanos charlamos, con lo que hemos perdido la capacidad de ver y también interpretar adecuadamente estas señales que conforman el lenguaje de los perros, por lo que es frecuente que se sientan impotentes ante nuestra aparente falta de contestación a sus mensajes.

Esta clase de comunicación a nivel de señales anatómicos, es tan esencial o bien más para ellos que el lenguaje de los sonidos. Si bien no nos entretendremos en las señales más sutiles, sí que voy a hacer hincapié en las que se generan en el camino gradual cara el ataque físico, que hay que eludir mucho antes que llegue.

No se trata de que le tengamos temor a nuestro cánido, mas tampoco debemos quitarle relevancia a sus señales de advertencia (primer fallo) para entonces sacrificarlo o bien abandonarlo si muerde (segundo fallo). Por ende, ya frente a los primeros signos de frustración (ladridos de demanda o bien de dominancia), vamos a deber comenzar a ser siendo conscientes de que algo falla.

Los ladridos

En el lenguaje de los perros, acostumbran a ser el primer peldaño de la agresividad por dominancia, si bien no hay que confundir los ladridos de demanda o bien dominancia con los ladridos por ansiedad por separación. Estos últimos son los que emite un cánido frente a la sensación de soledad y abandono que le provoca la ausencia de su dueño, para expresar su frustración, buscar contestación y calmarse.

En cambio, con los ladridos por demanda y dominancia el can ya no está suplicando con gemidos o bien rascándonos la pierna con su pata delantera, o bien retirándose ante algo que lo molesta. En el lenguaje de los perros, estos 3 signos anatómicos de manera frecuente forman la primera señal de ansiedad o bien solicitud, aproximadamente educada, de algo, mas si el can ladra, su intranquilidad o bien súplica se ha transformado en enfado, y el animal pide de malas formas, en general mirándonos de forma directa a los ojos mientras que ladra. Esto equivaldría a que nuestro hijo nos gritara “¡Dame caramelos!” a voz en grito en lugar de decirnos “¿me das caramelos?”. Por consiguiente, no hay que tomarse a la ligera estos primeros signos de agresividad, pues son una ofensa del cánido cara el dueño, cara otras personas o bien cara otros animales.

Cuando tu cánido se cree con derecho a demandarte, probablemente no permitirá que le demandes a él, puesto que en su cabeza ya no decides , sino más bien . Si comienza a cuestionarte como líder pues intuye debilidad en ti, puede comenzar a gruñirte y también, aun, llegar a morderte si le procuras bajar de la cama o bien el sofá, si le riñes por algo o bien si haces cualquier cosa que le disguste. Tenemos que tener en consideración que toda vez que demanda algo y logra de ti lo que desea (especialmente cuando le damos lo que solicita pensando que de esta forma se va a callar), su conducta sale premiada. Si esto ocurre, dicho comportamiento puede acentuarse, subir en la escala de la agresividad.

El can que ladra por demanda acostumbra a solicitar atención, caricias (como en el caso de los perros con ansiedad por separación), mas asimismo puede estar pidiendo comida, juego, que le abran la puerta de la terraza, etcétera Cuanto más agudo es el ladrido, más sofocación expresa, al paso que un ladrido de tonos graves puede llevar tácita más agresividad.

En el caso de los ladridos por dominancia, el hecho de que el animal se mueva cara la persona, objeto, etcétera al que ladra o bien, al contrario, se vaya distanciando mientras que ladra, nos señalará si su estado sensible se inclina más cara la escapada o bien cara el ataque, mas recordemos que temor y agresividad son 2 caras de exactamente la misma moneda. Ignorar, por poner un ejemplo, los ladridos de advertencia de un can cara una visita que entra en casa puede tener graves consecuencias.

Nada debe ver este género de agresividad, que puede llegar a extremos muy destructores por haber sido anteriormente reprimida, con el habitual can refunfuñón, crónicamente descontento, que ladra a todo y a todos. Mas ninguna de las 2 ha de ser subestimada, ignorada o bien justificada por los dueños.

En el lenguaje de los perros dominantes, a veces estos ladran mirando al dueño a los ojos no para demandarle algo, sino más bien para reñirle, para expresar su frustración por el hecho de que el dueño ha hecho algo que le molesta (por servirnos de un ejemplo un estruendos o bien correr por la casa). Esta vez el can no nos afirma “haz esto” o bien “dame esto”, sino más bien “no hagas esto”. Es otra variación más del estimar expedir que tampoco vamos a deber ignorar.

El tercer motivo primordial que puede tener un cánido para ladrar es dar la alarma ante ruidos o bien personas ignotos. Opino que cuando el cánido hace esto está en modo defensivo (suponiendo un riesgo) y que no debemos permitírselo. Acostumbran a ladrar por alarma los perros desconfiados con todo cuanto todavía no han experimentado, y por ende demasiado dependientes de lo que sí conocen (sus dueños). Además de esto, si nos defiende a nosotros es que el que está al mando es , y va a tomar resoluciones que no siempre y en toda circunstancia nos convengan (por poner un ejemplo morder al cartero pues lo considera un intruso peligroso).

El movimiento de la cola

En el lenguaje de los perros, otra señal de dominancia que acostumbra a acompañar a los ladridos serios de advertencia es un movimiento de cola realizado con la cola en alto. Si este movimiento es lento señala dominancia, premeditación y, normalmente, un estado sensible más frío (de menos excitación) que si es un movimiento más veloz, que puede representar irresolución por la parte del animal ¿muerdo o bien no muerdo?. Y puede morder, lógicamente.

Los movimientos de recorrido corto señalan emociones frías, en tanto que se marchan acercando a la inmovilidad (a la carencia de emoción, a la duda, a la ira). Los movimientos de recorrido largo señalan emociones calientes, impetuosidad. Me viene a la psique, como un ejemplo, la imagen de un Labrador Retriever recibiendo a su dueño cuando llega a casa. Su cola va de lado a lado, o en círculos, hasta pegar sus costados, y sus caderas asimismo se mueven.

En el lenguaje de los perros, por lo general la cola en alto tiene un matiz de extraversión. El can que levanta la cola deja ir meridianamente su fragancia anatómico, o sea, le está mostrando al otro su identidad de forma clara, así sea por dominancia o bien, sencillamente, pues es de una raza con la cola en alto. Lo que sí es es cierto que es conveniente desmitificar otra creencia que está muy extendida (“si el can mueve la cola es que está contento”), puesto que, en el lenguaje de los perros, el movimiento de cola de un cánido equivale a nuestras palabras: pueden representar muchas cosas.

Del mismo modo que el hecho de que una persona hable con otra no implica que le esté diciendo cosas bonitas, que un can mueva la cola no significa necesariamente que esté en un estado anímico positivo. Los perros nerviosísimos pueden morder mientras que realizan un movimiento rapidísimo, de recorrido corto, con la cola en horizontal o bien algo baja.

De todas maneras, lo que nos va a ayudar a saber qué siente el cánido verdaderamente no va a ser solo el movimiento de cola, sino más bien asimismo todo el lenguaje anatómico que lo acompaña: la expresión facial, la situación de las orejas, la mayor o bien menor tensión anatómico, el mayor o bien menor inmovilismo, etcétera Las señales anatómicos deben leerse como las oraciones, en conjunto para captar mejor el significado, y no como palabras sueltas.

El gruñido

El próximo paso en la escala de menos a más agresividad en el lenguaje de los perros es el gruñido, que lleva una carga mayor de hostilidad si el cánido enseña los dientes o bien si está absolutamente inmóvil mientras que lo emite (sin moverse cerca de la persona o bien el animal al que está gruñendo).

Si bien no siempre y en todo momento gruñen en actitud hostil (en ocasiones lo hacen por placer), y no siempre y en todo momento enseñan los dientes como amenaza (a veces es una señal de temor y sometimiento, especialmente si el cánido baja la mirada y oculta la cola), no debemos eliminar relevancia a estos ademanes del lenguaje de los perros. Para eludir malos entendidos con nuestra mascota sería recomendable que consultáramos con un profesional del comportamiento que sepa interpretar adecuadamente su significado.

El marcaje

Si el gruñido es ignorado puede derivar en un marcaje, o sea, un simulacro de bocado en el que el can no acostumbra a hacer daño grave, mas que es el precursor inmediato del mordisco fuerte. Es el equivalente a que nuestra pareja sentimental nos pegue no un golpe fuerte, mas sí una bofetada. Por tanto, en el lenguaje de los perros el marcaje debe considerarse como una señal de agresividad grave.

El bocado fuerte

El bocado fuerte es el ataque que el cánido realiza cuando las precedentes señales de hostilidad no han logrado que se saliese con la suya, o cuando el animal es tan impetuoso o bien lleva tanta agresividad reprimida en sí que se brinca las señales anteriores y ataca de forma directa.

De cualquier forma, si hacemos caso del lenguaje de los perros un ataque serio jamás debería generarse.