Juegos para niños hiperactivos, el mejor medicamento

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Juegos para niños hiperactivos, el mejor medicamento

¿Cuándo podemos hablar de un niño hiperactivo?

¿Cuándo entonces un niño es hiperactivo?

¿En qué momento podemos charlar de un pequeño hiperactivo?

La palabra hiperactivo trae connotaciones como “mucho movimiento, no poder parar, ir rapidísimo de una cosa a otra, etcétera.

Muchos pequeños son de este modo, aun podríamos decir que es una característica propia de la niñez esa de la inmediatez, el no fatigarse nunca: correr, saltar y no tener vagancia en ningún instante para ir a jugar con los amigos. Eso es de esta manera. Mas acá nos referimos, como es natural a la “hiperactividad” como diagnóstico clínico.

¿En qué momento entonces un pequeño es hiperactivo?

Se mueve mucho, cierto, no para quieto, no se relaja… Mas, lo más esencial, algo que a un adulto sensible y con capacidad de observación no se le puede pasar por alto: es un pequeño al que no vemos bien, no lo vemos gozar feliz, no lo vemos a gusto. En él domina el movimiento, lo vemos extremadamente “hacia afuera”, semeja buscar sin parar una satisfacción que no acaba de hallar jamás.

A nivel neurológico tiene un desequilibrio en el sistema inquieto vegetativo. Domina el sistema inquieto simpático (que lleva a la acción, al estado de alarma), y marcha pobremente el sistema inquieto parasimpático (el que permite la relajación, la calma).

¿Es la medicación el único y terminante antídoto?

En lo más mínimo. Tajantemente, no. Es verdad que en dependencia del profesional de la salud (sicólogo, siquiatra, médico) a quien lleguen estos casos, se proseguirán unos caminos o bien otros. El camino de la medicación tiene la falsa ventaja de unos resultados inmediatos (no siempre y en todo momento es de este modo tampoco), si bien los efectos secundarios son alarmantes y, esencialmente, para no extenderme, afirmaría que lo que ocurre es que el pequeño cuerpo de estos pequeños recibe un tratamiento beligerante que lo desestructura. Estoy completamente contra cualquier técnica invasora que desea suprimir síntomas molestos sin más ni más.

Hay otras formas más saludables de abordar la situación, como los juegos para pequeños hiperactivos. El humano es muy plástico, sobre todo en las primeras edades. Podemos ofrecer por medio de terapia, o bien en las activas familiares, formas de compensar las conexiones neuronales, a través de algo tan fácil, tan útil, tan vital, como es el juego.

El juego, el mejor fármaco

Juegos apropiados para el tratamiento de la hiperactividad.

Debemos ubicarnos a la altura de los pequeños que padecen este inconveniente de falta de control y ofrecerles recursos para una mejor autorregulación. Estos recursos deben ser lúdicos, si no, no van a marchar. El pequeño se lo debe pasar bien y debe integrar estas actividades en su cotidianeidad, como algo natural.

Nos interesa que vayan aprendiendo a:

Centrar la atención
Acrecentar el tiempo que dedican a una actividad
Acabar las labores que han empezado
Supervisar la impulsividad

Estemos tiempo con ellos, incluyámonos en sus activas de juego y vayamos desde ahí ofertando opciones alternativas al movimiento sin objetivo aparente que les hace entrar en un círculo vicioso. Conforme las edades, estas opciones alternativas cambian, mas veremos ciertas pautas orientativas.

Juegos para pequeños hiperactivos

Para pequeños y grandes, introduzcamos ratos de estar sentados viendo un cuento, fotografías, álbumes de cromos… Debe ser de temas que les encanten. Vamos a ir extendiendo poco a poco el tiempo que dedicamos, podemos comenzar por unos minutos. Dejémosles con buena sensación y ganas de estimar más.
Procuremos una esquina en casa en donde hagamos una pequeña gruta, o bien casa, con lonas de colores, cojines, etcétera Allá vamos a jugar, charlaremos, o bien vamos a inventar una historia. El recogimiento de ese espacio da seguridad y lleva asimismo al trabajo de la concentración, en tanto que no hay tanto estímulo externo.
Ofrezcamos asimismo la posibilidad de descarga motriz cuando los vemos necesitados de desahogarse: correr por el parque, una excursión en bicicleta, jugar a pelota, guerra de cojines, etcétera Mas, eso sí, siempre y en toda circunstancia tenemos que concluir recogiéndolos un tanto y ayudando a que se relajen.
Para los más mallorcitos, desde cinco años más o menos, comencemos a introducir juegos de reglas, que asisten a controlarse. Puede ser tanto en el juego de motricidad gruesa (un 2 3, pica pared, el escondite…), como en juegos de mesa (el parchís, la oca…)

Una curiosidad

En la actualidad, merced a los avances de la ciencia, podemos tener acceso a imágenes del cerebro en funcionamiento de pequeños hiperactivos y pequeños que no padecen ese inconveniente.

En el caso de los primeros, y paradójicamente, las conexiones son considerablemente más escasas, hay pobre actividad cerebral. De ahí que que, como mecanismo de defensa inconsciente, su cuerpo entero semeja apreciar buscar a fuera para compensar.

Si trabajamos en la línea planteada, estos pequeños podrán realizar caminos neuronales que les faciliten el equilibrio, cosa que les va a permitir una vida más saludable y una relación más gratificante con su ambiente.