La importancia de la familia y como nos afecta

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La importancia de la familia y como nos afecta

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¿Influye la genética?

La relevancia de la familia y como nos afecta

Desde el instante en que estamos en el útero de la madre existen patentizas de que recibimos el impacto sensible de exactamente la misma y sentimos nuestro entrecierro, esto es, el de la gestante. Cuando ciertas mujeres se enteran, se sienten culpables por de qué forma va a afectar eso a su porvenir hijo, o bien si ya lo tuvieron, de qué manera le pudo condicionar.

Para sosegarlas, explico que a lo largo del periodo de gestación, el pequeño recibe esas influencias pues es preciso para su siguiente desarrollo. Ningún humano nace absolutamente “en blanco”, pues sería como un vegetal. Y como ánima, ha escogido vivir esas circunstancias específicas y no otras con una familia diferente, por motivos que va a olvidar al llegar al planeta.

Los progenitores dejan una enorme impronta en los hijos, y sería ideal que esta fuera positiva y edificante, mas la realidad es que conservamos nuestras faltas y restricciones en nuestros descendientes, cuando no somos conscientes de ellas.

Sería espléndido por la parte de los progenitores, puesto que jamás es tarde para prosperar, efectuar una introspección preferentemente guiada por un profesional conveniente, y solucionar heridas sensibles de la propia niñez. Estaría bien identificarlas, por el hecho de que nos hacen reaccionar de modos poco saludables o bien inapropiados, y de este modo se evita que se reflejen en el modo perfecto de tratar a los hijos.

¿Influye la genética?

Lo rigurosamente hereditario condiciona en alto grado el aspecto, el carácter, la predisposición a tener ciertas enfermedades, etcétera Ahora se sabe que esa herencia, si bien evidentemente influye, no es determinante. Si se es capaz de adoptar opiniones y actitudes en consonancia con lo que sería congruente para cada individuo (en los aspectos material, de salud y sensible), se puede disminuir al mínimo esa tendencia innata o bien dejarla en sopor a lo largo de toda la vida.

Existen muchos factores condicionantes, aparte del biológico. Y conforme el punto de vista espiritual, tanto la genética como el entrecierro familiar, son escogidas por el nuevo ser para superar una serie de restricciones o bien desarrollar algunos talentos, durante su existencia.

Lo que nos configura

Al meditar sobre la relevancia de la familia, vemos que durante la niñez existen abundantes factores que nos influyen y marcan los rasgos de de qué forma vamos a ser de adultos. El pequeño conforma su personalidad y estructura básica de defensa hasta los siete años. Se sabe que sin salvedad, todos nos resguardamos de lo que nos causa dolor con corazas que se anotan en el cuerpo.

Wilhelm Reich, realizó esta teoría, que entonces ha sido extensamente desarrollada por distintas escuelas. De este modo se entiende la angosta relación cuerpo-emociones: lo que sentimos, se graba en nuestros músculos, órganos y células, aparte de archivarse en el inconsciente.

De ahí que, por medio de trabajos con la musculatura profunda, se puede ir liberando lo que nos afectó a lo largo de la infancia… hasta un punto. Hay cosas que siempre y en toda circunstancia formarán parte de nosotros y con respecto a las que solo se puede decantarse por admitirlas. Eso es lo que nos hace tal y como somos: seres únicos, con todas y cada una de las consecuencias.

Disminuir al mínimo el impacto de la “carga” familiar

Conozco una mujer de noventa y seis años que aún prosigue demandando a sus hijos y descendientes lo que no recibió de su madre. Ella no es consciente y jamás se ha parado a escucharse, sino ha vivido culpando a el resto de su infelicidad, cuando la realidad es que tiene aprecio y todo cuanto precisa para estar bien. Lo que se le da jamás le semeja suficiente o bien desconfía de las pretensiones de quienes se le aproximan.

Es un triste ejemplo de lo que puede acontecer en el momento en que nos victimizamos y no aceptamos la elección de intentarnos una existencia más plena, pese a las circunstancias y también influencias recibidas mientras que estábamos en la fase de desarrollo.

¿Qué más podemos hacer?

En la edad adulta, aceptar nuestra responsabilidad. Nosotros tenemos las bridas de nuestra vida y decidimos de qué forma vivirla, pasase lo que pasase ya antes.
Buscar el modo perfecto de hacernos siendo conscientes de esas heridas que se generaron en la niñez, para no perpetuarlas en los hijos, o bien proseguir siendo infelices.
Meditar en nuestros progenitores como humanos imperfectos que seguramente tuvieron sus faltas.
Ser congruentes con nuestros deseos más íntimos y nuestra forma de ver la vida, pese a la reprobación o bien oposición de nuestros progenitores.