Crisis de autoridad en la familia, ¿qué podemos hacer?

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Crisis de autoridad en la familia, ¿qué podemos hacer?

¿Qué entendemos por crisis de autoridad en la familia?

¿A qué se debe?

¿Qué comprendemos por crisis de autoridad en la familia?

Se habla bastante de ello desde hace unas décadas y semeja que es un tema que va preocupando cada vez más: la crisis de autoridad en la familia. El modelo familiar ha ido mudando, en verdad hemos pasado del modelo prácticamente único (padre, el cabeza de familia, la madre, ama de su casa, con sus hijos, y en ocasiones abuelos y abuelas conviviendo bajo exactamente el mismo techo) a un abanico de opciones, válidas todas y cada una y muy perceptibles socialmente: familias monoparentales, parejas gais con hijos, custodias compartidas en parejas separadas y cambios continuos de vivienda de los hijos… etcétera

A todo ello se agrega una crisis de valores por lo general. Socialmente asimismo hace unas décadas se nos mostraba un modelo de actuación, que estaba muy arraigado, y se marcaban desde él las pautas de conducta de los miembros de la sociedad. Los papeles estaban clarísimos.

En la actualidad nada de todo eso semeja valernos a la mayor parte. Huyendo de rigideces se abrió un abanico de permisividad que, parecía, iba a traer consigo relaciones más saludables llenas de bienestar. No ha sido de este modo.

¿A qué se debe?

La crisis de autoridad en la familia tiene diferentes causas:

Las relaciones entre los miembros de la familia están estropeadas o bien son escasas, prácticamente inexistentes: los hijos ven poco a progenitores y madres que trabajan muchas horas, cambian de domicilio en el caso de custodias compartidas, las extraescolares llenan el tiempo de los estudiantes, que llegan cansados a casa.
Todo vale. Los progenitores dejan hacer. Los motivos: por miedo a perder el cariño de los hijos, por cansancio, por no acordar el modelo educativo que se quiere aplicar a los hijos.
Los progenitores se comportan como colegas de los hijos: les apetece gozar juntos, mas se pierden en el instante de delimitar terrenos, dar pautas, establecer límites.
Los progenitores no muestran congruencia. En ocasiones tal comportamiento de los hijos ha sido castigado y otras no. El padre afirma una cosa, la madre otra.
Confundimos autoridad con autoritarismo. Huyendo del autoritarismo quitamos asimismo la autoridad. Se da a seleccionar todo y todo se negocia en casa, sin tener en consideración que hay instantes evolutivos, edades en los hijos, en los que no se tienen tantos recursos para saber qué deseamos, y son los progenitores, estructuradores, los que nos deben guiar.

¿A dónde llevan estas situaciones?

La crisis de autoridad en la familia lleva a diferentes situaciones:

Los progenitores se sienten inseguros, desorientados. Cuando han querido aplicar alguna regla han dudado tanto que los resultados no han sido como deseaban. Los hijos no les hacen caso, ni les temen, ni quedan perjudicados.
La situación se agudiza con la adolescencia en tanto que acá la crisis de autoridad en la familia es todavía más evidente: los hijos sienten una vaga sensación de abandono y de pérdida de referencia. Muy frecuentemente solicitan a voces, directa o bien de forma indirecta, que los progenitores los marquen. Lo precisan.
En la familia se respira sensación de caos.

Y entonces, ¿cuál es nuestro papel como progenitores y madres?

Hay una autoridad explícita y evidente, empleada mucho en educación hasta hace una generación o bien un tanto más. Es la del “porque lo digo yo” sin más ni más. Es aun la del castigo, que llegaba a ser físico tanto en escuelas como dentro de la familia, y que estaba hasta bien visto. No genera relaciones sanas, lleva a la sumisión o bien al odio.

Hay una autoridad más velada, más sutil. Es la de la seducción. El adulto con sus recursos puede cautivar a los pequeños, hijos o bien pupilos, a fin de que prosigan ciertos caminos marcados desde su conveniencia. Hay un chantaje sensible en el que los hijos acostumbran a caer sin percatarse.

Conclusión sobre la crisis de autoridad en la familia

Frente a la crisis de autoridad en la familia hay que tener claro que hay una autoridad real, natural. Es aquella que viene por mérito propio de la persona que la ejercita. En este caso, de las familias, los progenitores y madres tienen autoridad respecto de los hijos pues son adultos maduros que tienen los recursos y experiencia vital que les deja acompañar a los pequeños en su desarrollo, desde el respeto y la confianza.

Ese es nuestro papel como progenitores y madres: ser estructuradores de nuestros hijos. No estamos en exactamente el mismo plano. Ellos, los pequeños, se están edificando, , como progenitores, madres, educadores, debemos asistirles en el camino. Como adultos, lo tenemos que tener clarísimo y de este modo transmitirlo. Ellos nos lo agradecerán.