Tener miedo a la muerte, ¿es normal?

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Tener miedo a la muerte, ¿es normal?

¿Es normal tener miedo a la muerte?

¿Ocurre en todas las culturas?

¿Es normal tener temor a la muerte?

En la niñez no somos siendo conscientes de la muerte. Los progenitores o bien adultos nos muestran el riesgo o bien las consecuencias de determinados comportamientos, inculcándonos prudencia. Todavía de esta manera, si un pequeño que no sabe nadar cae al agua, instintivamente va a hacer todo lo que es posible para no ahogarse, si bien absolutamente nadie se lo haya explicado antes: se ha puesto en marcha el mecanismo automático de supervivencia, sin ser algo escogido intelectualmente. Conforme vamos madurando como individuos, tomamos conciencia de que ocurre algo llamado “muerte”, que es terminante.

Hay un hecho inevitable, y es que estamos diseñados para subsistir como cualquier otra especie orgánica. Esto nos hace eludir instintivamente y en lo posible, las situaciones que nos puedan dañar o bien llevar a la muerte.

Por otra parte, somos la única especie del planeta que tiene conocimiento de su transitoriedad y fugaz paso por la vida… ¡unamos las dos cosas y tenemos un enfrentamiento asegurado!

¿Ocurre en todas y cada una de las etnias?

En el planeta de Occidente, poco a poco más, se “disfraza” la muerte. Tal vez en los pueblos pequeños todavía se conserva la costumbre de velar al fallecido en su casa, y que los pequeños estén presentes como una parte de un hecho familiar.

Frecuentemente se oculta esta visión, tal y como si tuviésemos que resguardar a nuestros hijos de ella. El resultado es que la muerte genera aún más temor y se vive como algo poco probable o bien lejano que no va a pasar en nuestro ambiente, salvo que le sucede a algún familiar que convive con nosotros.

A absolutamente nadie le agrada la idea de fallecer y desaparecer de este planeta, si bien en etnias más anticuadas, esta realidad improrrogable, era y es admitida como parte natural de la vida. Se acompaña al fallecido con ritos, oraciones y duelos, propios de cada etnia particularmente, dándole un sitio y celebrándolo, igual que se hace tratándose de un nacimiento o bien de la unión de una pareja.

¿Por qué razón está tan arraigado tener temor a la muerte?

En los últimos decenios en nuestra sociedad occidental, se ha hecho todo lo que es posible para vivir de espaldas al hecho de que todos debemos pasar por este evento, después o bien más temprano, sobre todo en las grandes urbes, donde es innombrable para la mayor parte.

Desde siempre y en toda circunstancia, ha existido el deseo de lograr una imposible y también hipotética inmortalidad. Ahora nos preservamos jóvenes en apariencia a lo largo de muchos años, tenemos más información y medios para gozar de una buena salud, y existe la cirugía estética que da un aspecto que no se corresponde con la edad real. Todo ello nos aboca a ignorar la improrrogable y cruda verdad: un día, no sabemos cuál, vamos a dejar el cuerpo físico.

De qué forma vivir mejor esta realidad

En dependencia de las opiniones personales, de la vida que se haya llevado, del grado de conciencia y sabiduría, cada uno de ellos puede vivir de modos muy diferentes la idea de su muerte. Tal vez lo que más atemoriza a niveles generales son la soledad y el dolor físico, y no necesariamente por este orden.

He observado que cuando alguien anciano siente que ha desaprovechado su vida, o bien que ha complacido a el resto dejándose de lado, admite muy mal la idea de desaparecer dentro de poco.

Por consiguiente existen algunas cosas básicas que pueden asistir en ese sentido.

Hacer lo que estimamos esencial para nosotros, todavía a peligro de confundirnos.
Querer todo lo que resulta posible y comunicarlo (de tal modo que sea evidente)
Vivir aprovechando día a día tal y como si no hubiese un mañana, siendo conscientes de que eso puede devenir nuestra realidad en cualquier instante.
Solucionar agravios /deudas sensibles o bien materiales.
Ser congruente y estar en paz consigo.
Siempre y en toda circunstancia hay algo de nosotros que puede trascender y continuar, todavía cuando nuestro recuerdo se haya extinguido. Dicho con otras palabras: efectuar algo perdurable que vaya alén de uno mismo, si bien no creamos en una vida alén de esta.
Tu muerte del mañana deberá ver con tu vida de hoy: cuanto mejor seas y te cuides, en todos y cada uno de los sentidos, más probabilidades hay de que tengas una buena muerte.
Agregar como algo natural el atemorizante hecho, en vez de negarlo.