Mi hijo se cae muy a menudo, ¿me he de preocupar?

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Mi hijo se cae muy a menudo, ¿me he de preocupar?

Mi hijo se cae muy a menudo, pero ¿qué es “caerse muy a menudo”?

¿Cuándo hemos de intervenir?

Mi hijo se cae muy con frecuencia, mas ¿qué es “caerse muy a menudo”?

Lo vemos interaccionar con el resto pequeños de su edad, juegan, corren, etcétera y cada 2 por 3 viene a nosotros con una herida o bien un golpe, cosa que no les sucede a sus compañeros. Va caminando y de pronto, sin más ni más, tropieza. Lo vemos torpe en el momento en que nos ayuda a poner la mesa o bien otras labores que realice, no calcula las distancias, se choca, se le caen las cosas…

Los pequeños, en su desarrollo y desarrollo psicomotor, pasan por etapas de ajuste, y la coordinación y también integración de su cuerpo es un proceso que se comienza desde sus primeros movimientos, de bebé. Vamos haciendo “ensayo y error”, los movimientos lleva su tiempo mejorarlos.

Mas efectivamente nos hallamos con casos en los que comenzamos a sospechar que la complejidad que vemos en el pequeño está acentuada, y, sobre todo, al ver otros comportamientos y formas de moverse de sus iguales, observamos una distancia significativa: sus amigos se manejan mejor con su cuerpo y son más diligentes. Invito a mirar con realismo y sosiega atención.

¿En qué momento debemos intervenir?

Salvando las diferencias individuales, y que cada pequeño lleva su proceso, ciertos síntomas que nos señalan que tenemos que prestar atención y ocuparnos (mejor que preocuparnos) de la situación:

Va para los un par de años y su pasear es muy inseguro, da muchos culetazos.
Con 3 años le cuesta correr y subirse a diferentes superficies, semeja que sus manos y piernas no marchan ordenadas.
A los cuatro, cinco años no se maneja bien en el espacio de casa, o bien de clase, se vira de manera brusca y choca con un mueble (mesa, silla…), que debía haber integrado que estaba ahí.
Escapa de los juegos movidos de interacción en conjunto, muestra desagrado por la danza, le cuesta llevar los ritmos de canciones…

El proceso evolutivo psicomotor

Medramos de cabeza a pies y de este modo se genera el proceso de integración psicocorporal. Comenzamos desde los ojos el movimiento, ya en los primeros meses, que va acompañándose de la coordinación con las manos, poco a poco más precisa. Poquito a poco nos hacemos con el control de la musculatura de brazos y espalda, que nos deja el giro, para arrastrarnos y gatear después, cuando las piernas son más funcionales. De ahí nos incorporamos (nos hacemos todavía más con el cuerpo), para pasear y poder echarnos unas carreras más adelante. Todo ello acarrea una familiarización con los objetos y las personas y un ritmo muy particular de cada uno de ellos.

¿Por qué razón le pasa esta torpeza?

Pues hay una inmadurez. Ha habido ciertas interferencias que han puesto trabas al proceso de “hacerse con su cuerpo”, un ingreso hospitalario, una enfermedad, una falta de estimulación… Si sucede en el primer año de vida, el “freno” al desarrollo conveniente es más evidente. Esto no desea decir que no podamos compensar entonces y poder llegar a superar absolutamente la complejidad.

Puede haber una complejidad física muy específica. Destaco, pues en ocasiones no es muy evidente, la complejidad que puede tener un pequeño con leve estrabismo en el momento de desplazarse. El estrabismo impide percibir la profundidad, con las implicaciones que eso acarrea en el momento de calcular distancias.

¿Qué podemos hacer?

Descartemos una complejidad física que haya podido escapar a los controles rutinarios pediátricos. Aconsejo una visita a un especialista en desarrollo infantil, para efectuar un examen completo de vuestro hijo (como es natural, eludiendo que sea invasivo).

Facilitemos desde casa un entorno conveniente para el movimiento. Si una etapa no se ha superado completamente satisfactoriamente, ofrezcámosle a nuestro hijo la ocasión de efectuarla. Facilitemos que vaya a parques, a la naturaleza, que juegue a subir y bajar de módulos preparados, o bien de árboles, o bien rocas. En nuestro hogar podemos instalar un pequeño gimnasio incluso: unas colchonetas, cojines, algún material que ofrecen en tiendas especializadas…

No le hagamos sentir torpe y démosle la ocasión de ensayar y trabajar su nivel, no más. Desafíos de forma perfecta accesibles que le resulten entretenidos y le ofrezcan veloces recompensas.

Lo mejor, la prevención

Cuidemos un buen desarrollo psicomotor de nuestro bebé, favorezcamos que pase apropiadamente por las etapas de arrastre, gateo, etcétera Bajemos asimismo al suelo, con ellos, juguemos ahí. Una buena base de movimientos por el suelo va a permitir una alineación y control anatómico buenísimos para siguientes desplazamientos.