¿Por qué hay niños muy dependientes?

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¿Por qué hay niños muy dependientes?

¿Cuándo decimos que un niño es muy dependiente?

¿Es preocupante?

¿En qué momento afirmamos que un pequeño es muy dependiente?

De los pequeños no solo se escucha que son unos trastos, que no paran quietos, que nos desafían constantemente… Asimismo se oye, y a menudo, lo de “no se quiere desenganchar de nosotros”, “sólo desea estar pegada a mi falda”, “no hay forma de que salgamos como pareja, lo dejé con los abuelos una noche y nos debieron llamar”, “¿colonias?, qué va, ¡no desea!”.

Acá me centraré en las situaciones en que los pequeños tienen tres años o bien más y vemos que les cuesta mucho interaccionar con sus iguales o bien empezar actividades nuevas en las que no estén acompañados de sus papás.

¿Es alarmante?

Hay un proceso evolutivo normal en nuestros pequeños que comporta una seguridad que se marcha adquiriendo y que deja despegarse poquito a poco de la única compañía de la madre y el núcleo familiar, y también irse adentrando en ambientes nuevos, de personas diferentes, diferentes formas de actuar, nuevos roles… Es un paulatino contínuum que lleva a la socialización.

En el momento en que un pequeño desde los 3 años más o menos, se siente inseguro jugando con otros pequeños, no desea ir al cole, da muestras de incomodidad con visitas en casa y siempre y en todo momento prefiere estar con mamá (o bien papá), debemos observarlo con detención y intentar descubrir qué pasa.

Como es natural, si esto sucede con el pequeño más crecido, la intervención es más esencial.

Los progenitores deben tomar las medidas precisas, siempre y en toda circunstancia aconsejados por buenos especialistas, a fin de que los pequeños muy dependientes vayan conquistando poquito a poco los niveles de independencia acordes a su edad.

¿Cuál sería el camino (proceso) normal de socialización y también independencia?

El bebé nace “antes de hora”, ningún mamífero es tan débil como el cachorrito humano. Ningún ser precisa más atenciones y cuidado extremo.

La madre conectada, totalmente empapada hormonalmente de las substancias que se ponen en marcha por biología pura, atenderá a su bebé, lo nutrirá, le va a dar calor… son instantes de total dependencia que el bebé tiene que vivir. La satisfacción de sus necesidades le va a permitir adquirir un profundo sentimiento de seguridad que va a quedar grabado en su memoria anatómico.

Es desde esta seguridad que el pequeño, conforme va medrando, va ensayando, desde el movimiento. Va apartándose de la figura protectora de mamá, muy poco a poco, ampliando horizontes, con sensaciones nuevas: el descubrir gateando la una parte de bajo un mueble, el sujetarse para erguirse y ver al fin el ornamento de la mesita… El pequeño vive un ir y venir continuo: va a mamá, se reasegura, toma fuerzas y vuelve a explorar.

Desde el año más o menos la díada madre-hijo se abre y da paso de forma fuerte a papá, hermanos, abuelos… con uno, 2, y hasta 3 años, el planeta del hogar es un interesante sitio con montones de cosas para descubrir. Y pronto se queda pequeño.

Entramos en los 3, 4 años. Viene el descubrimiento del placer del juego conjunto con los iguales. Se goza mucho el cole, que es diferente de casa, con atractivas actividades y… ¡pequeños como !. Se experimentan las complicidades, no exentas de enfrentamientos.

¿Por qué razón hay pequeños muy dependientes?

Algo ha pasado en este proceso de desarrollo que ha entorpecido su camino a la autonomía. Los pequeños muy dependientes lo son por el hecho de que se sienten inseguros.

Sin culparnos, miremos qué ha podido ocurrir. Puede ser:

Hechos en los primeros meses o bien en el instante del nacimiento que dejan grabada cierta huella de incapacidad en el pequeño, o bien de un extremo “estar alerta”: nacimientos traumáticos, ingresos hospitalarios, desaparición repentina de las figuras de apego…
Un hecho más reciente que ha marcado mucho emotivamente a nuestro hijo: separación de los progenitores, cambio de vivienda…
Estar al cuido de un adulto exageradamente protector (fruto de sus temores), que no ha tolerado (si bien sea de manera inconsciente) que el pequeño desarrolle la confianza en sí.

Todo se puede compensar, nada es determinante.

¿Qué hacemos?

Acompañémosle justo en el punto en el que se halla. No le debemos empujar pues eso le creará más inseguridad y miedo, no le bombardeemos con oraciones que pueden herirle, como “mira el resto como sí que van de colonias”, “mira como ese pequeño sí se atreve”.

Démosle el mensaje de que confiamos en él y ofrezcamos poquito a poco ocasiones a su medida en las que pueda ser mismo y se vea capaz. Con plena naturalidad, se va a ir sintiendo más autónomo. Con la ayuda precisa los pequeños muy dependientes van a ir adquiriendo seguridad en sí.