¿Sabes que la relajación mental es vital para estar sano?

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¿Sabes que la relajación mental es vital para estar sano?

¿Qué es la relajación?

La relajación como opción de vida

¿Qué es la relajación?

La palabra relajación realmente define un estado natural de nuestro organismo… cuando se le deja actuar sin interferencias. El estado inmejorable del cuerpo es continuar en relajación cuando no hay estímulos naturales externos o bien internos que le fuercen a salir de este y pasar a la acción o bien re-acción. (La diferencia entre acción y reacción, es que la primera es consciente y la segunda es automática).

Con tanta actividad como tenemos la obligación de sostener, con la intención de englobar el ritmo que se nos impone, el cuerpo está sobre-demandado. Y cuando digo actividad, no me refiero a un ejercicio saludable, sino más bien a ir corriendo de acá para allí sin tregua, conjuntado con pasar muchas horas sentados delante de un PC o bien viendo T.V.

Esa clase de cotidianidad nos impide estar en contacto con las necesidades de nuestro cuerpo a todos y cada uno de los niveles (mental, sensible, físico), de forma que acostumbramos a forzarlo. Otra consecuencia, es que nos falta claridad suficiente para tomar las resoluciones más convenientes o bien localizar soluciones a los desafíos diarios, tanto en el campo laboral como en el personal. Por esta razón, es muy recomendable practicar la relajación mental.

La relajación como opción de vida

A menudo nos alteramos en demasía por los inconvenientes, reveses o bien situaciones que se deben solucionar en el cada día. Si bien por el momento puede parecer algo inalcanzable, se puede lograr una actitud que favorezca considerablemente más nuestra salud. Hay un viejo dicho oriental que dice: “si tiene solución ¿por qué razón te preocupas?. Y si no la tiene ¿para qué exactamente preocuparse?” Si se cambia la palabra pre-ocuparse por ocuparse, y se aplica en nuestra realidad específica, cambia bastante.

Relajarse no es solo una cuestión del cuerpo, sino más bien asimismo del espíritu, si bien aprender a soltar el cuerpo ayuda a aquietar la psique.

Nosotros podemos escoger de qué manera actuar ante cualquier eventualidad, en vez de proseguir reaccionando como siempre y en todo momento. En cualquier caso, si aparece alguna emoción como ira o bien tristeza, es preferible observarla y ser conscientes de ella, ya antes que enterrarla disimulándola, y al tiempo no dejarse arrastrar por el impulso que dicha emoción puede provocarnos. Tomar distancia con respecto al tema, da perspectiva y es buena forma de mitigar el agobio que este podría provocarnos.

Técnicas para relajarse

Existen muchas que son fáciles y bien conocidas. La complejidad en cualquier caso es aplicarlas y ser constante…

Si la salud se comienza a resentir, aparte de repasar con el profesional conveniente cualquier síntoma que aparezca, se puede dedicar un tiempo día a día a la relajación consciente para apresurar la mejora. Es posible hacerlo en algún instante a lo largo de la jornada de trabajo, a lo largo de los latosos atascos, en las colas del súper o bien en casa por la mañana y/o ya antes de acostarse.

Ser siendo conscientes de la respiración lo máximo posible a lo largo del día. Hacer que esta recobre su profundidad cuando estamos inquietos o bien perturbados, inspirando y exhalando mientras que contamos de 1 a cinco en todos y cada movimiento, incluyendo una pausa entre inspiración y espiración. En tan solo unos instantes, ese estado va a mudar.
Estar atentos a posibles tensiones en zonas del cuerpo. Si eso es bastante difícil por carencia de costumbre, ir tensando zonas musculares y aflojándolas de forma alternativa, para sentir la diferencia entre estar relajado o bien en tensión. Eso previene las tan molestas contracturas que acostumbran a aparecer como por “arte de magia”.
Buscar ciertos minutos a diario para continuar sin hacer nada (mejor sentada/o para eludir dormirse), sin música de fondo y en silencio, sencillamente observando qué ocurre. Si la psique se distrae, en el momento en que nos demos cuenta regresar a concentrar la atención en observar nuestro cuerpo y respiración, nuestras sensaciones e inclusive nuestros pensamientos, dejando que vayan y vengan sin quedarnos enganchados a ellos.
Tumbarse en una superficie, preferentemente algo dura, y también ir relajando progresivamente cada una parte del cuerpo comenzando desde los pies y ascendiendo por las piernas, la cadera, el vientre, el torso… hasta acabar con la cabeza, cráneo y cara. Acá el “peligro” que se corre es el de dormirse sin haber terminado, si bien si es a la noche ya en cama, seguro que el sueño será reparador y profundo.

Unos minutos de relajación bien hecha, equivalen a múltiples horas de sueño (si bien no lo reemplaza) y tiene múltiples beneficios.